viernes, 8 de agosto de 2008

Resumen reunión 21/07/08

Reunión 21/07/08

Eran casi las ocho y yo estaba terminando de cambiarme para salir hacia Humanidades. “Se me hace tarde”- pensé mirando las finas gotas de lluvia que cortaban el vidrio. Apuré el paso y respondí al mensaje de Lucas con un “estoy llegando”. Nos encontramos en la puerta y nos fundimos en un abrazo que aplacaba mi agite y así, subimos las férreas escaleras. Penumbra y vacío. La soledad húmeda y fría, rondaba truculenta los pasillos de la facultad. Un piso, dos… tres pisos. Con Lucas llegamos a la entrañable 305. Silencio, vacío. El aire estático nos envolvía en un gris de ensueño. Silencio. Se abrió la puerta… Romina.

Con un signo de interrogación en el ceño, Lucas repetía una y otra vez “¿Cómo sería una sociedad No-heteronormativa?”- Parecía no entender. Barb tampoco. Romina desorientada, no encontraba las palabras para explicar su punto de vista sobre la reciente y controversial lectura de las Baruyeras -“No existe, no puede ser No-heteronormativa porque así está articulada la sociedad desde el Estado”- finalizó. ‘Estado”, esa palabra seguía apareciendo en nuestros azuzados debates de género. Seguía cobrando más y mayor importancia en tanto y tanta posición política. Lucas, Barb y Romina se gritaban buscando comprenderse. Abstraído un tanto, y compenetrado otro poco en lo posible, traté de aunar la postura ideológico-utópica de Romina, con los ejercicios teóricos de Barb, y la perpleja ansia de movilizar ideas (y entender) de Lucas. Llegué a una conclusión, y es que la realidad es más compleja de lo que podemos abarcar. Si quisiéramos cambiar el mundo no bastaría con reconocimiento de derechos, no bastaría con derrocar la homo-lesbo-trans fobia, y ni siquiera derrocando lo que hoy conocemos como Estado. Mi conclusión era que no hay solución alguna a los problemas que se nos plantean. Joder ¿Para qué luchamos?

Llegué al departamento, golpeé la puerta de Augusto y le pregunté si ya había cenado. Me dijo que sí y me fui a la cocina a divagar entre personajes ficticios que rondaban en mi cabeza discutiendo de género, de Marx, de Freud, de ideologías, posturas y utopías. Augusto se sumó a mi conferencia y discutimos de manera ardua sobre posición, sobre postura, sobre respeto, censura e ideología. De repente todo eso que me había volado la cabeza en la inasistida reunión, se plasmaba en la realidad concreta de mi departamento. “No podés defender a Eminem”- dije indignadísimo. “Alguien que dice ‘los putos me dan asco’ no se merece respeto, genera odio, violencia, interrumpe la interacción social; no es libertad de expresión, porque su libertad violenta la mía si habla desde el prejuicio y no justifica semejante declaración, yo no lo voy a censurar pero sí me voy a levantar contra ello, voy a tomar una postura”. Claro, costó, pero llegamos a un endeble consenso dada la debilidad discursiva genérica de Augusto. Las Baruyeras planteaban una crítica a un mundo heteronormativo, heterosexista, criticaban la heterosexualidad obligatoria y compulsiva, y finalizaban demoliendio ideológicamente al Estado y a las agrupaciones de diversidad sexual que intentaban adaptarse al modelo heteronormativo. Claro, si le exigimos derechos al Estado, igualdad de derechos, es una igualdad en base al modelo planteado por el Estado que es el mismo que reproduce el patriarcado, el machismo, la heterosexualidad obligatoria y tantos otros males sociales. Entendí en ese momento en la cocina con Augusto en pose de pseudo debate, que el mundo está articulado en contra nuestro. Que el Estado al que pertenecemos, (bueno… cualquier Estado) está articulado de esa manera. Augusto es gay y heteronormativo. El mundo es machista.

“Lugar de resistencia”- repetía Romina. “Otros lugares de resistencia”- mejor dicho. El amparo del Estado evidentemente no ofrecía herramientas para el cambio social. Parecía que la única opción planteada era la lucha social. “Yo no quiero ser heterosexual, no quiero matrimonio, no quiero monogamia, no quiero adaptarme al modelo impuesto, por ende no quiero luchar exigiéndole derechos al Estado, si esos derechos que me va a otorgar van en contra de mi concepción del mundo”. Lucas seguía sin entender, aunque se devanaba los sesos intentando concebir la idea de un Estado No-heteronormativo. Pensé en el matrimonio, y ya no estaba seguro de que luchar por conseguir el matrimonio gay fuera algo bueno. “Estudiemos el modelo de Holanda”- repetí. Si la idea es concebir un Estado lo menos heteronormativo posible, estudiemos San Francisco, Holanda. No sé. Quizá exista un Estado con políticas públicas que permitan la libertad, el respeto, la diversidad sexual, la desarticulación de la heteronormatividad y de la heterosexualidad compulsiva. Lo que esperamos es una revolución. “La” revolución.

Eran más las dudas que las certezas y ya se hacía tarde. Bajamos por las férreas escaleras, surcando la gélida soledad que rondaba sonámbula los pasillos de la facultad. Subimos al auto de Romina y emprendimos la vuelta. En diez minutos estaría discutiendo con Augusto desde mi lugar de resistencia. En diez minutos me iba a dar cuenta de la bandera que enarbolo. En diez minutos me iba a dar cuenta que la lucha es cotidiana y se da de forma natural. “Gracias chicos por hacerme pensar, lo necesitaba”- dijo Lucas mirando a trasluz de las finas gotas de lluvia que jugueteaban del otro lado del vidrio.

S e b a "La vida es una cárcel con las puertas abiertas"

No hay comentarios: